Este miércoles 25 de noviembre no es un día cualquiera más de este año extraño para todo el planeta, es un día triste y gris para los amantes del deporte en especial del considerado el mejor espectáculo del mundo. el fútbol. Se va un ídolo, una estrella, un astro, un histórico, incluso para muchos un dios.
Para gran parte del planeta el mejor de la historia de este deporte, nunca se va a definir realmente cuál va a serlo y unánimemente destacado, sin embargo, nadie puede negar las condiciones futbolísticas de este ser que al igual que muchos nació y creció en sus primeros años con muchas dificultades económicas. Seguramente existen, han existido y seguramente vendrán jugadores que en números lo superen. Eso no borrara de la memoria de los que tuvieron la posibilidad de verlo jugar lo que hizo y como obtuvo lo que hace que sea superior.
Hoy lo despedimos físicamente, deja la parte corporal que tanto vimos brillar, eso no quitará de la memoria de tantos seguidores, fanáticos y amantes de lo que realizó en las canchas del mundo con su selección y con la camiseta de los equipos en los que jugó. Seguramente hace muchos años que lo habían despedido como jugador y se conformaban con tener los recuerdos videográficos o en la memoria. Algunos de esos recuerdos se llenaban de ruidos con las actuaciones del astro fuera de la cancha; pero muchos separaron perfectamente al dios del humano que como otro terrenal cometió errores.
Los seguidores de este deporte continuaran realizando el análisis de las actuaciones «del Diego» lo que debe quedar claro tras la muerte es si realmente se le protegió tanto cómo se debería o al contrario se permitió que incluso la familia y cercanos se aprovecharan de su imagen para beneficio propio y en detrimento incluso económico del Astro argentino.
Lo mismo que su entorno, la ida de Maradona debe traer a la mente y a la acción de los que pueden aquellas frases de «limpieza en la pelota» que está sucia de tanto dirigente que se ha valido de este deporte y de la grandeza y pasión generada para sacar provecho propio.